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domingo, 29 de agosto de 2010

muypocomás


Después de unas cuantas horas de sueño suelo pensar en los momentos de gloria que me diste, no me hacen falta grandes riquezas para ser feliz. Me conformo con una buena canción, un poco de silencia y, porque no, un par de cigarrillos. Una mañana huí de tu cama, en silencio, de puntillas, sin decir nada; me cuesta recordar lo que fuimos un día y lo que, por supuesto, prometimos ser para siempre. No me valen los te quieros pintados en las paredes con tiza, odio el color blanco. Me gustaría ser una niña de esas que se comen una hamburguesa tan tranquilas, que se pueden permitir comprarse unos zapatos de doscientos euros, ami es que luego me come la conciencia, y eso que me gustan los zapatos. Un día tuve algo que valía más que todos los zapatos de gucci del mundo, algo que supera a todas las calorías que pueda tener una hamburguesa; algo que me hacía tiritar más que el frío en enero, más que un hielo por la espalda, fue algo fugaz e inimaginable a la vez que insípido e inigualable; lo tuve pero como todo, voló. Nos contamos docenas de cuentos sin finales, ni felices ni tristes, solo finales; un día ese algo me susurro al oído que jamás se iría, que siempre me acompañaría, que me vería crecer, vivir, sonreír..ese algo que una vez me dijo: "puedes con todo." Si, a veces puedo con todo lo que me echen, y con más. Pero otras no y me caigo. Una vez supe el secreto para cuando sin motivo alguno se te iba el mundo al suelo, pero es un secreto. De verdad que soy feliz con poco, pero a veces me hace falta más y más y parece que nadie lo ve; no es tristeza ni soledad ni nostalgia. Un día de estos después de desayunar me comeré una hamburguesa y, quien sabe, igual me compro unos gucci. Como ya he dicho, me conformo con poco.

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